El alquiler de lonjas para el ocio ayuda a los jóvenes a madurar y ser más responsables
Fte.: www.deia.com
Es una de las conclusiones de un estudio que también revela que el temor de los vecinos resulta "infundado".
Seis de cada diez jóvenes vascos pasan parte de su tiempo de ocio en lonjas. Aunque los padres y los vecinos observan con temor en muchos casos este fenómeno al no poder controlar los actos de sus hijos al otro lado de la puerta, un estudio elaborado por el Instituto de Drogodependencias de la Universidad de Deusto ha concluido que el alquiler de estos espacios resulta beneficioso para los chavales porque les ayuda a madurar, les obliga a adoptar una serie de responsabilidades, fomenta su participación en la toma de decisiones y refuerza sus lazos sociales.
El trabajo titulado Las lonjas: ¿una participación ciudadana efectiva? pone de manifiesto que para los jóvenes compartir un lugar de estancia supone comprometerse a cumplir una serie de obligaciones similares a las deben afrontar las personas adultas, como tener que pagar el alquiler mensual, mantener un orden y limpieza o ser respetuosos con el vecindario.
La propia directora del estudio, María Teresa Laespada, destaca que los chavales en la mayoría de los casos establecen incluso dentro de su comunidad unas normas de convivencia "en cuyo cumplimiento ponen mayor dureza que la propia sociedad, como por ejemplo multar con una sanción económica a un compañero por no limpiar".
A juicio de la experta, la asunción de todas estas responsabilidades ayuda a los jóvenes a abandonar su etapa más juvenil para ir adoptando unos roles cada vez más maduros. De este modo, la experiencia les sirve para adquirir unas habilidades sociales que les servirán de utilidad en el futuro.
Pero no todo son cargas. El estudio también refleja que en el interior de las lonjas los chavales refuerzan sus lazos sociales al emplear las instalaciones básicamente como un lugar de reunión. Además, el hecho de convivir en comunidad les obliga a dialogar en grupo para tratar de buscar soluciones a los problemas que van surgiendo día a día, generalmente de convivencia entre sus propios miembros o con el vecindario.
No obstante, a nadie se le escapa que uno de los usos que los jóvenes dan a estos espacios, generalmente los fines de semana, es poder consumir alcohol y drogas lejos de las miradas de la gente. Y eso es lo que precisamente preocupa a los padres y a los vecinos, aunque con el tiempo acaban cambiando de percepción tal como recoge este estudio que se ha desarrollado con un grupo de 24 cuadrillas de Portugalete por ser un municipio donde el Ayuntamiento regula el acceso de sus vecinos a los bajos comerciales mediante un contrato.
En el caso de los progenitores, éstos aceptan "a regañadientes" la entrada de sus hijos a las lonjas "pero con el tiempo comprueban que este espacio no es distinto a otros e incluso en algunos casos les ayudan a pagarlo o a montarlo", indicó Laespada durante la presentación del trabajo.
El informe también revela que los temores que albergan los vecinos al conocer que una cuadrilla se va a instalar bajo sus casas "resultan infundados y que a través del diálogo pueden resolver los principales problemas".